¿Por qué podemos pagar un alto precio por querer aparentar?
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Desde hace un tiempo para acá me he hecho esta pregunta, ¿porqué es tan difícil decir NO? Puedo tratar de analizar varios escenarios, pero al final todo termina desencadenando una misma respuesta a raíz de un mismo patrón de comportamiento o de conducta.
Supongamos por un momento algunos ejemplos como; ir el domingo a misa, atender a una capacitación que invita la compañía para la que trabaja y si lo queremos llevar hasta un extremo podríamos mencionar ir a estudiar. ¿Cuál es el resultado que estamos esperando?
Si vemos, de nada sirve invertir de nuestro tiempo dos horas en un sermón espiritual si al finalizar la tarde estamos ofendiendo a otra persona, o peor aún, comportándonos igual.
Es increíble cómo nos comportamos de una manera que no nos lleva a la felicidad y que no nos deja avanzar en nuestro modelo de vida, a pesar que tenemos todo a nuestro favor y solo depende de cada uno de nosotros. Y es ahí donde sale esa gran pregunta ¿porqué?
No somos conscientes del daño que nos estamos haciendo y cómo estamos influenciando de manera positiva o negativa a los que nos rodean, sino que muchas veces estamos actuando totalmente en función contraria hacia el éxito que nos planteamos.
En una asesoría le pregunté a un cliente si tenía mascota a lo que me respondió de manera empática y sonriente, “sí, un perro”. Después de unos segundos le pregunte si lo alimentaba bien y me dijo con un tono desafiante, “con el mejor alimento”, sin darle mucho tiempo para reponerse de su posición ganadora, le dije, entonces no le das de tomar gaseosa. Se rió y respondió “claro que no”, con lo que terminé preguntándole, ¿y porqué tú estás tomando una?
Muchas veces es muy fácil tomar ciertas decisiones, pero viendo todo desde nuestra vida financiera ¿estamos siendo conscientes del precio o el costo de muchas decisiones que tomamos?
Lastimosamente NO es la respuesta más común. Y aunque existan miles de excusas que escuchamos, cientos de justificaciones al porqué lo hacemos, nos seguimos alejando de nuestras prioridades.
En esta era digital, en la que, para junio del 2018 había una comunidad activa en Instagram de más de 1.000 millones de usuarios mensuales (según Statista) procesando miles y miles de imágenes por segundo, empezamos a tener mucha influencia en nuestra manera de actuar a diario.
Pero ¿Qué tanta influencia puede llegar a tener esto en nuestras vidas? Lastimosamente, como no hemos trabajado en determinar limites necesarios, creo que la repercusión es mucha. Empezamos por un modelo comparativo, en donde como seres humanos tratamos de sobresalir y de ser aceptados por nuestros semejantes, aunque esto implique un desajuste en nuestros límites personales llegando a sacrificar ciertas cosas que en otros momentos no hubieran sido tomadas en consideración.
Uno de los primeros sacrificios es desajustarnos económicamente, pero también está, sacrificar nuestra alimentación, nuestro descanso, nuestra familia, en fin ejemplos hay miles.
Si vemos la evolución en la conducta como personas, todos los hombres de cierta manera tenemos la necesidad o la presión de causar la mejor primera impresión cuando invitamos a alguien que nos atrae.
La presión en el colegio es menor pero va aumentando a medida que no solo vamos creciendo, sino que socialmente estamos “más comprometidos”; y lo menciono en comillas, porque cada quien es consciente de lo que puede y debe hacer siempre.
A medida que ese compromiso aumenta, el termómetro en nuestras finanzas puede desajustarse significativamente causándonos daños qué, en el mejor de los casos en que se pueda revertir, va a tomarnos no solo tiempo, sino una reinvención en nuestro modelo de vida.
¿Hemos sido criados con la necesidad de aparentar? Claro que no, pero, ¿porqué es tan importante hacerlo y no solo podemos ser auténticos? ¿Será por una necesidad de aceptación, miedo o inseguridad? Creo que eso y mucho más. Pero tenemos que tener en cuenta que en la era del mundo en la que vivimos, en donde todo es en segundos y debe ser rápido, lo mismo ocurre con el consumo al que estamos acostumbrados a ver.
Así que teniendo como base que todo nuestro entorno gira en función del dinero, y que nuestra formación en finanzas personales es, en la mayoría de los casos precaria, sabemos que siempre habrá un nuevo día para empezar a revertir la situación en la que estamos, pero que esta vez se justifica, es algo así como empezar la dieta siempre el lunes.
Creemos que un carro por ejemplo es sinónimo de libertad, mayor tiempo, poder salir y entrar a la hora que queremos y no depender de nada ni de nadie. Pero ¿a qué costo? En Colombia, existen servicios como, Uber, Indriver, beat, cabify facilmente comparables con tener un carro propio (sin tomar en cuenta, taxis, una moto, el sistema de buses públicos y hasta una bicicleta) en donde no solo se garantizan que el tiempo en llegar al destino va a ser el mismo, sino que si usted trata de buscar el lado positivo le puede llegar a permitir realizar tareas, trabajos pendientes, prepararse para una entrevista, revisar correos, hacer llamadas o simplemente chatear, todo esto sin contar el costo financiero.
Si tomamos en cuenta todos los gastos desde la gasolina, los repuestos, el seguro, los impuestos, y si tiene una deuda no hay más que hablar, en comparación con no tenerlo, ¿porqué es tan difícil decirle que no a esta situación? Con esto no estoy insinuando que no se compre un carro, solo estoy queriendo decir, que debemos ser claros a la hora de determinar qué debemos hacer.
En el ejemplo no se está tomando en cuenta que muchas ciudades cuentan con una reglamentación de no circulación y claramente es un gasto que no se contempla, pero que obliga a los propietarios a trasladarse y gastar adicionalmente. Ahora si tiene un estilo de vida que no va acorde con sus ingresos, su vehículo es aún más caro, tiene el último smartphone y su consumo personal no es el mejor, es hora de replantar cuál es el objetivo o el resultado que espera obtener.
En un análisis financiero se estima que un vehículo propio en Colombia de manera mensual gasta aproximadamente en promedio entre impuestos, seguros, gasolina y mantenimiento (sin la cuota del crédito en caso de deuda ni los papeleos) $875.000.
Ya llegó el momento para que saque sus propias conclusiones, aunque pueden no gustarle. Pero qué tal si nos olvidamos del pasado y empieza desde cero. Establece las prioridades y las barreras con las que quieres guiar su vida sin la necesidad de aparentar, ¿Pagaría un precio diferente?
Estoy seguro que sí, solo debemos entender algo; la necesidad de aparentar nos esta llevando a un punto de no retorno. Aprender a tener una conciencia clara de nuestras acciones, la disposición al cambio y la disciplina para mantenernos estables, son ingredientes fundamentales para el crecimiento de vida y por ende financiero.
No sigamos tanto mensaje feliz que no genera acción, sino que creemos el plan de acciones para ser felices desde hoy. Al final de cuentas a nadie le importa más que uno estar feliz, y ahí es donde debemos pagar eventualmente el precio.
fuente: https://www.finanzaspersonales.co
¿Por qué podemos pagar un alto precio por querer aparentar?
Reviewed by Fundador
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septiembre 02, 2019
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muy buen. Texto
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